La crisis del coronavirus

El coronavirus es un desastre simultáneo para todos los países de la economía mundial. Y Chile no es una excepción. Nuestra economía se está paralizando. Las empresas, particularmente las pequeñas y medianas, no pueden enfrentar pagos (salarios, intereses, cuentas por cobrar) cuando sus ingresos están cayendo en picada a medida que los chilenos estamos tomando las precauciones que nos exige, con buenas razones, la autoridad sanitaria. Y, para los exportadores, cuando la demanda externa está cayendo en picada. El consumo, fuera del más esencial, se está desmoronando. Los sectores que más están sufriendo son los servicios: líneas aéreas, hoteles, restaurantes, bares, cines, espectáculos … Sin salvataje gubernamental, muchas empresas se irán a la quiebra, lo que aumentará exponencialmente el desempleo. Y nos llueve sobre mojado: todo esto está sucediendo a cinco meses del estallido social, el cual tuvo desastrosos efectos para muchos de los mismos sectores y nos dejó con un aumento de 350 mil desempleados.

 

Es difícil hacer proyecciones en un ambiente de tanta incertidumbre. No me extrañaría que Chile esté en una recesión durante la primera mitad del año, con caídas importantes en la producción y aumentos en el desempleo. El distanciamiento social que debemos mantener, de no mediar una acción de política económica, implicará el despido de personas que no pueden trabajar desde sus hogares, que son la gran mayoría de los trabajadores chilenos. El apoyo a los salarios de estas personas va a ser indispensable.

 

Por suerte, las autoridades económicas entienden la situación y están empezando a reaccionar. Luego de dejar la tasa de interés de política monetaria en 1%, el Banco Central aprobó una “facilidad de financiamiento condicional al incremento de colocaciones” (FCIC), la cual financiará nuevos préstamos, a través de la banca, préstamos de hasta cuatro años a las bajas tasas de interés vigentes, en particular para la pequeña y mediana empresa. Esta ventanilla estará disponible por seis meses, período en el que se prevé muy bajas tasas de interés.

 

Me temo que las autoridades van a tener que intervenir para evitar una larga cadena de quiebras, lo que ya comenzaron a hacer con el FCIC. Tendrá que haber mayor ayuda del Banco Central y del Ministerio de Hacienda. Muchas empresas endeudadas en moneda extranjera no podrán hacer frente a sus obligaciones y tendrán que ser rescatadas. El Fondo Monetario Internacional debería estar contemplando un gran paquete de ayuda a todas las economías que lo necesiten, especialmente las en desarrollo y las emergentes. Nuestras autoridades tendrán que abrir facilidades crediticias no sólo en pesos sino también en dólares. Por ejemplo, sin un préstamo en dólares, LATAM, empresa que ha suspendido el 90% de sus vuelos internacionales, se irá a la quiebra y sus 40 mil empleados se quedarán cesantes. Las reservas internacionales se agotarán rápidamente y se requerirá el apoyo del Fondo Monetario.

 

En Estados Unidos se está contemplando una ayuda en dinero para todos los hogares. No podemos replicar eso, pero nuestras autoridades pueden ayudar financieramente a las personas afectadas por la crisis y a sus familiares. También, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y España han lanzado enormes paquetes de préstamos o garantía públicas a préstamos de la banca privada. Algunos países europeos ya están contemplando la intervención temporal de las empresas en el sector privado que enfrenten la bancarrota.

 

Desde ahora en adelante, estamos en un mundo nuevo y amenazador. Las certidumbres e ideologías del pasado no nos servirán. Tiene que primar el pragmatismo: la primera tarea es contener el virus, la segunda que no se desmorone la economía, a cualquier costo.

 

Manuel Agosin
Prof. Emérito U. de Chile
Ex Decano FEN