Navegando en un mar crispado

Publicado en Diario El Mercurio el 5 de marzo.

 

La economía mundial todavía no termina de asimilar el impacto de la pandemia y los cambios estructurales que está dejando en su camino, cuando debe enfrentar un conflicto como el de Ucrania que está tomando el cariz de crisis de carácter mundial. Dolorosa por la pérdida de vidas humanas, esta situación también es compleja en términos económicos.

 

A nivel mundial, el covid deja mercados financieros nerviosos, mercados laborales debilitados, y presiones inflacionarias como no se veían en décadas. Los bancos centrales, velando por la estabilidad de precios, han ido retirando los estímulos monetarios, ya sea con acciones concretas, alza de tasas y fin a la compra de activos financieros, como con señales de futuras alzas de sus tasas rectoras. Chile no ha sido la excepción.

 

El retiro de los estímulos a nivel mundial, el alza de las tasas por parte de nuestro Banco Central, como la incertidumbre del proceso político local, elevaron las tasas locales. Para los hogares esto se ha traducido en el fin de los créditos hipotecarios a tasas históricamente bajas. Las últimas cifras económicas muestran los primeros efectos contractivos de estas medidas.

 

La tercera semana del mes pasado, la tensión en la zona de Ucrania escaló a niveles que hizo que las bolsas mundiales, que reflejan expectativas económicas futuras, se desplomaran. En Europa el valor de las acciones cae más de un 10% desde esa fecha hasta hoy. Aunque en menor medida, las bolsas de EE.UU. y de Chile también han sido afectadas.

 

Pero lo más complejo para nuestras autoridades locales son los efectos que este conflicto tiene en los precios mundiales. Rusia produce uno de cada diez barriles de petróleo a nivel mundial, y es el principal exportador de este combustible a EE.UIJ. y China. Más importante, provee el 40% del gas que consume Europa. El riesgo del corte de estos suministros hizo subir el precio del petróleo casi un 20%. Esto no es todo, Rusia y Ucrania representan un cuarto de la producción de granos que, como consecuencia del conflicto, ha tenido alzas de un 40%.

 

Las nuevas autoridades del Banco Central ya no solo tendrán que combatir la inflación que produjo fuertes inyecciones de recursos tanto por la política fiscal como principalmente de los retiros de los fondos de pensiones, sino que también el impacto que tendrá sobre los precios locales el alza del petróleo y de los alimentos.

 

La proyección de una inflación de un 7% para este año, y expectativas de alza de precios por sobre el objetivo de la política monetaria a dos años, pone en una situación compleja a las autoridades del instituto emisor que tendrán que controlar la inflación con una economía con números rojos en algunos meses de este año.

 

Para las nuevas autoridades de Hacienda, la situación la situación no es menos compleja. Existen altas expectativas por parte de la población post promesas electorales. Un presupuesto acotado después de dos años de altos déficits fiscales. Un crecimiento cercano a cero, y negativo en algunos meses. Una Convención Constitucional generando más incertidumbre de lo necesario. Una inflación en niveles no vistos en décadas, que golpea y genera malestar principalmente en quienes tienen menos y que hoy es más presionada por la crisis en Ucrania. En síntesis, un cóctel fuerte para cualquier autoridad fiscal. El precio del cobre en niveles históricos es, quizás, la única variable positiva.

 

Moderar las expectativas de la población para evitar presiones de gasto que desordenen nuestras cuentas fiscales y mantener ancladas las expectativas de inflación, en una coyuntura local y externa compleja, son tareas fundamentales para evitar una continua alza de precios este año. Los vientos provenientes del norte dificultan aún más la navegación de nuestra economía en un mar que ya estaba crispado. 

 

Alejandro Micco
Académico Depto. Economía