La independencia del Banco Central

* Publicado en diario La Segunda el 5 de marzo

 

Con un alto grado de certeza, el tema de la independencia del Banco Central dará lugar a una álgida discusión en la Asamblea Constituyente. Recordemos que, hasta 1990, el Banco Central no era independiente del Ministerio de Hacienda, en muchas oportunidades debiendo financiar los déficits de este último. De hecho, este mecanismo fue una importante causa de la inflación que aquejó a la economía chilena por más de un siglo. Hemos conquistado la estabilidad de precios a costa de muchos esfuerzos y no queremos volver a perderla.

 

Ahora bien, la independencia del Banco no es sinónimo de su mandato. Desde 1990, la estabilidad de precios y la mantención de un sistema de pagos que funcione bien han sido sus exclusivos objetivos. La baja inflación se consiguió centrándose casi exclusivamente en este objetivo, excepto en situaciones extraordinarias como las crisis de 2008-2009 y la pandemia actual. En estos casos, el Banco Central ha tenido que entrar a asegurar que el crédito a privados continúe fluyendo, a través de aumentar la oferta de crédito al sector bancario con y sin garantía de alguna institución del Estado. Y esto, al igual que el control de la inflación, lo ha hecho bien.

 

Pero no basta con estos objetivos en un mundo tan cambiante y peligroso como el que estamos viviendo. La Fed de Estados Unidos tiene un doble objetivo: la estabilidad de precios y el empleo pleno. En lo que se refiere a Chile, valdría la pena preguntarse si los mandatos actuales de su Banco Central son los apropiados. En el contexto chileno, el tipo de cambio es el gran olvidado de la política monetaria. Hemos optado por una flotación casi totalmente limpia, sin importar cuán grandes sean los vaivenes del tipo de cambio nominal (y, en un ambiente de baja inflación, del tipo de cambio real) ni de la apreciación cambiaria real que muestra durante períodos largos de tiempo. Ello conspira contra la necesaria diversificación de la economía nacional y su crecimiento. Nos parece que incluir un objetivo de estabilidad cambiaria y la mantención de un tipo de cambio competitivo (ciertamente no fijo) en los mandatos del Banco Central sería un importante paso adelante. Esto no significa coartar la libertad del Banco Central, ya que los mandantes (la Asamblea Constituyente, en primera instancia) no estarían dictándole cómo lograr sus objetivos, los que seguirían siendo de exclusiva responsabilidad de su Consejo. Su Presidente seguiría compareciendo en forma períodica frente al Senado para dar cuenta de la gestión del Banco. Asimismo, sería conveniente que se estableciera un mecanismo político con altos quórums para generar cambios en el mandato del Banco en la medida que las circunstancias lo requirieran.

 

Manuel Agosin
Académico Depto. Economía