Tiempo de soñar con crecer

En agosto se reúne el comité de PIB tendencial para estimar el crecimiento de largo plazo. Este es un comité independiente que debe estudiar la capacidad de crecimiento de Chile en los próximos cinco años. En conjunto con la estimación paralela del precio de largo plazo del cobre, el Ministerio de Hacienda puede estimar el crecimiento de los ingresos tributarios estructurales de Chile y eso es decisivo en la discusión presupuestaria. 

Si analizamos las actas del comité de PIB tendencial, se constata que desde 2012 en adelante el comité sistemáticamente ha sobrestimado el crecimiento que iba a ocurrir 5 años después. ¿Cómo puede ser si este comité ha estado formado por profesionales reconocidos que utilizan una metodología razonable? La respuesta nos la da Robert Solow, quien explicaba que la productividad total de factores era la suma de nuestras ignorancias. Si bien podemos estimar relativamente bien la calidad e intensidad de uso de los factores que se acumulan, es decir trabajo y capital, es muy difícil estimar qué le ocurrirá a la productividad. 

Los trabajos de la comisión de productividad y artículos académicos recientes como los de Federico Huneeus y coautores, señalan que el problema de estancamiento de la productividad data de inicios de los años 2010. Algunos analistas usualmente centran su crítica en la reforma tributaria de Bachelet II. A nivel de la productividad, la evidencia señala que el problema es anterior. Por supuesto, no se trata de exculpar a Bachelet y acusar a Piñera. Politizar este debate es la peor contribución que podemos hacer a entender y resolver el problema del estancamiento del crecimiento.

¿Qué pasaba en Chile en 2011 o 2012? Veníamos saliendo de la crisis de 2009 y del terremoto de 2010. El impulso de demanda era significativo. Por ahí no va la respuesta. En mi opinión, el problema es la larga serie de conflictos socio ambientales asociados a grandes proyectos como Hidroaysén, Freirina, Barrancones, Dominga, Pascua Lama y varios más. La incapacidad del marco normativo para generar condiciones razonables de desarrollo de estos grandes proyectos – en el sentido que fueran capaces de proteger adecuadamente los intereses contradictorios pero legítimos de empresas, comunidades y su entorno - en conjunto con la inmadurez con que algunas empresas enfrentaron estos desafíos, llevó a excesos. El sistema reaccionó mal: desde interferencia directa de la política en los procesos hasta sobrerreacción regulatoria. El resultado: desconfianza, parálisis, estancamiento.

Este es el problema de fondo. En agosto nos veremos inundados de opiniones respecto de la velocidad a la cual puede crecer Chile. Nuestra economía es intensiva en recursos naturales y hay alta sensibilidad social. Chile requiere recomponer las confianzas entre mundos que necesariamente deben interactuar: las empresas, la sociedad y el entorno natural en que todos estamos insertos.