Su firma y otra más

* Publicada en El Mostrador el 29 de junio

 

Hay un artículo muy bueno de Baumol en el Journal of Political Economy, de los ya lejanos y vilipendiados años 90, explicando que las diferencias en emprendimiento entre sociedades no tienen que ver con algo intrínseco o cultural. Analizando casos tan diversos como el Imperio Romano o la China pre-comunista, muestra que tales diferencias son explicadas principalmente por la estructura de incentivos. Dependiendo de ellos, los recursos disponibles se pueden dedicar a emprendimiento productivo, improductivo o destructivo.

 

Recuerdo a Baumol cada vez que enchufo el token a mi computadora y tengo que firmar un sinfín de documentos, luego que mi diligente colaborador los ha revisado minuciosamente y me ha dado el visto bueno. De todas maneras, para estar seguro, los leo diagonalmente para quedarme un poco más tranquilo. Es así como me doy cuenta de un documento que autoriza el post-natal de una funcionaria, el que ha requerido la friolera de 5 firmas. Para qué hablar de la infinidad de convenios y formularios, que son complementados con certificados de expertise y de competencias, que cada semestre se debe firmar, aun cuando el profesor y la clase sean la misma. No vaya a ser que estemos pagando a alguien que de un semestre a otro dejó de ser experto o se le olvidaron las competencias. En un nuevo arrebato de creatividad improductiva, la Universidad de Chile, quien debiera liderar la innovación y la modernización, ha establecido un Consejo Asesor para visar las compras de Decanato, contribuyendo así a aumentar el número de firmas y a profundizar la burocracia estatal. Podría seguir con muchos ejemplos más de inutilidades y pérdidas irrecuperables de tiempo.

 

Mejor vuelvo a Baumol y a su lúcida explicación. Si los incentivos están mal puestos, la gente se dedicará a emprendimientos improductivos o destructivos. Si seguimos con contralorías varias, regulaciones innecesarias y burocracia excesiva, adivine en que se nos pasará el día. ¿Es eso lo peor? No tanto, lo más nefasto es que todos los esfuerzos que se hacen en otras áreas no van a rendir frutos si no cambiamos esta antigua e ineficaz manera de velar por el buen uso de recursos en las entidades públicas. Seguiremos transitando por la mediocridad y los deficientes resultados en productividad. Urge un cambio. Dejemos que la gente destine su tiempo a crear, innovar, pensar y generar conocimiento, no a firmar estúpidos e innecesarios papeles, ni a cumplir absurdas reglas. ¿Cómo lo hacemos? La respuesta tendrá que esperar. Me llegó un nuevo email. Hay más documentos urgentes para firmar.

 

Roberto Álvarez
Director Escuela de Economía y Administración