Reflexión en torno a los 10 años de aplicación de las NIIF en Chile

Se cumple una década desde la adopción de las Normas Internacionales de Contabilidad e Información Financiera (NIC/NIIF) en Chile, por parte de las empresas que cotizan en el mercado de valores.

 

Lo anterior ha resultado en cambios significativos tanto en los aspectos culturales, como también en las dinámicas sistémicas, regulatorias e incluso sociales de la disciplina contable.

 

En este último aspecto, los cambios de orden social se relacionan con un fuerte impacto en el gremio de los contadores generales, quienes bajo el alero del Colegio de Contadores de Chile A.G., recibieron durante años una instrucción fuertemente enraizada en la norma tributaria. Incluso antes de la implementación de las NIIF, en muchas empresas que cotizaban en la bolsa de valores, se utilizaba como parámetro de política contable las instrucciones de la autoridad tributaria –en este caso el Servicio de Impuestos Internos–, para determinar la depreciación del activo fijo y calcular la corrección monetaria, por ejemplo.

 

Tras la adopción de la normativa internacional, los contadores generales recibieron de golpe la instrucción de separar la visión tributaria de la perspectiva contable-financiera, introduciéndose de esa manera no solo un nuevo contexto para la práctica de la disciplina, sino también un nuevo lenguaje, que cuenta de características globales y del que han tenido que ir aprendiendo para adecuarse a los nuevos requerimientos de la profesión.

 

La introducción que hizo la normativa internacional de conceptos como “Valor Razonable”, “Activos Biológicos” y “Otros Resultados Integrales”, entre otros –que hasta ese entonces no eran conocidos por todos–, produjo un recambio generacional en aquellas entidades, cuya contabilidad estaba siendo gestionada por un profesional que históricamente seguía los lineamientos tributarios.

 

Entendiendo esto, el Colegio de Contadores de Chile A.G., no es una entidad generadora de normas, puesto que para ello existe actualmente el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB, por su sigla en inglés). Hoy, se requiere que la entidad continúe su labor, pero ahora desde una misión más orientadora que brinde apoyo a la profesión contable.

 

Junto con este organismo –a mi juicio–, la academia es entonces la que debe encaminar este rol orientador del organismo gremial, reforzando la formación de quienes cultivan la disciplina contable y recogiendo la experiencia práctica de la aplicación de la norma global. 

 

La invitación está cursada y la academia está dispuesta a cumplir con esta labor.

 

Leonardo Torres
Académico Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información