La triple crisis social, económica y sanitaria, y sus efectos en la salud mental

Desde octubre hasta ahora, en Chile hemos vivido una triple crisis: social, sanitaria y económica. Con el estallido social afloraron las demandas por dignidad e igualdad. Hoy la pandemia afecta no solo la salud de los chilenos, sino también la vida cotidiana, las relaciones sociales y las fuentes laborales. Todo esto podría afectar la salud mental de las personas.
 

Hay razones para pensar que no estamos frente a una pandemia, sino más bien una “sindemia”, señaló Álvaro Jiménez, investigador del Núcleo Milenio en Desarrollo Social (DESOC), quien explica que “se trata de la interacción de múltiples factores sociales, sanitarios y económicos que afectan la vida de las personas y terminan exacerbando enfermedades en grupos específicos de la población”.
 

Cuando el COVID-19 apenas se asomaba en el país se decía que “el virus no discrimina”. El profesor Fabián Duarte, director del DESOC, señaló categóricamente que “la afirmación es falsa, porque el impacto sanitario, económico y social de COVID-19 no es el mismo en los distintos grupos sociales”.
 

Su aseveración se sostiene en los resultados del tercer Termómetro Social (TS3), una encuesta del DESOC junto al Centro de Midrodatos y el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), que se levantó a nivel nacional con el fin de conocer las percepciones, sentimientos y creencias de los chilenos y chilenas en medio de la pandemia.
 

Según esta encuesta, el 35 por ciento de quienes reconocen haber estado en contacto con uno o más casos confirmados de coronavirus son personas cuyos ingresos familiares son menores a $540.000, un segmento de la población que además enfrenta la pérdida de empleo (52 por ciento de este grupo) o dificultades para acceder a alimentos (34 por ciento).
 

Por otra parte, el 44 por ciento de los encuestados cree que un obstáculo en la contención de la pandemia es la imposibilidad de dejar de trabajar para subsistir. Las personas están viviendo en incertidumbre y por eso prevén una alta posibilidad de que sus ingresos disminuyan (29 por ciento) y que las deudas aumenten (35 por ciento).
 

En cuanto a la salud mental, los resultados del TS3 muestran que la mitad de los encuestados considera que su estado de ánimo es peor o mucho peor ahora que antes de las medidas de aislamiento y cuarentena, y las mujeres son las más afectadas (56 por ciento versus el 43 por ciento de los hombres). Al hablar de emociones dominan la rabia (30 por ciento), el miedo (27,4 por ciento) y la tristeza (2,83 por ciento), pero acá, dice Duarte, “nuevamente surgen las diferencias, pues al desagregar por nivel de ingreso, vemos que en las personas cuyos ingresos familiares son inferiores a $540.000 predominan el miedo (29 por ciento) y la tristeza (27 por ciento), en cambio en el grupo de mayores ingresos domina la rabia (37 por ciento)”.
 

Y si a esto añadimos que 3 de cada 5 personas manifiesta que tiene problemas para dormir, y que 1 de cada 5 dice que estos problemas se presentan todos los días, “el panorama es preocupante, puesto que las dificultades en el dormir constituyen un predictor importante del desarrollo de problemas de salud mental al corto y mediano plazo”, afirmó la directora del Hospital Clínico de la U. de Chile (HCUCH), Graciela Rojas.
 

Los resultados del TS3 muestran que la actual crisis está provocando incertidumbre financiera y laboral, lo que repercute directamente en la salud mental de las personas que experimentan síntomas de estrés, ansiedad y depresión. “Muchos chilenos necesitan reducir la incertidumbre derivada de la inseguridad laboral, que se les aseguren ingresos para evitar el sobreendeudamiento. Además, necesitamos políticas que permitan restablecer los vínculos sociales y fortalecer la cohesión social”, concluyó el profesor Duarte.
 

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